Si tuviera que elegir una palabra como elemento clave del mentoring, una palabra que los mentores deberían tener en cuenta para aplicar a sus procesos, es desprendimiento.
El desprendimiento es clave a la hora de eliminar tus sesgos emocionales y profesionales en el abordaje de los procesos de mentoring. Debes eliminar tus prejuicios emocionales cuando te enfrentas por primera vez a un proceso de mentoring. Esto es de primero de primaria, y está alineado a las competencias que diferentes organizaciones de mentoring y coaching enseñan, entre ellas EMCC. Aplicar sesgos emocionales, aplicar tu propio esquema mental, es un error que los mentores no deben cometer. He visto muchos mentores que lo primero que hacen es juzgar a las personas telémacas y ver el grado de afinidad con estas. Y actuar de forma poco profesional y grosera. Es por esto que el marco de competencias de EMCC establece, como la primera, el comprenderse a sí mismo («understanding self»).
La segunda variable del desprendimiento es la de juzgar la idea de negocio en base a los parámetros predefinidos que existen en los mentores, asociados a su experiencia, las evidencias existentes (en lecturas y medios), etc. Este es el segundo error que cometemos los mentores: creer que todos los negocios son iguales. Que todos están hechos pensando en la misma propuesta de valor, los mismos clientes, y los mismos objetivos.
Así, debes enfocarte en la persona, en sus necesidades, en su potencial, en su idea de negocio, y no juzgar si la idea de negocio es factible o no. Debes escuchar sus puntos de vista, su pasión, el entorno, y las razones por las que quiere emprender, poner en marcha su negocio. O las razones por las que cree que el negocio merece la pena. Comprender esto es clave a la hora de realizar el proceso de mentoring.
La tercera variable del desprendimiento es el interior, es de la humildad. Esta variable es clave en los procesos de mentoring del mundo rural. Hay que desprenderse de las togas de soberbia, conocimiento baldío y autosuficiencia, y entender especialmente a las personas del territorio, sus necesidades reales, y las necesidades del entorno donde están. Estamos muy acostumbrados a valorar el emprendimiento digital, el tecnológico, pero comprendemos menos a aquellas personas cuyo fin último es montar una churrería, o un negocio social con impacto pequeño. La humildad nos ayuda no sólo a entender esto; también a saber aplicar las herramientas de que disponemos al lenguaje, características, y el entorno del emprendedor.
Hacer esto es clave. La tercera pata es clave para haya una conexión, un rapport, no sólo en lo emocional; también en la validez del proceso de mentoring, y la conexión de confianza en las herramientas y capacidades del mentor.
Y ahora. ¿crees que esto aplica también al coaching?

Experto en programas de emprendimiento, innovación, IT y desarrollo rural. Enamorado de las pequeñas cosas, de los proyectos simples, de las personas con alma.