Uno de los elementos claves del proceso de licitación pública es lo que se denomina solvencia. La solvencia puede ser de dos formas:
- Solvencia económica y financiera.
- Solvencia técnica o profesional.
La primera de las solvencias es la económica y financiera. En palabras simples, la solvencia económica y financiera indica a la administración contratante si la empresa tiene la capacidad económica y financiera para realizar el proyecto de la licitación. Esta solvencia se mide en términos de alguno de los criterios siguientes:
- Volumen de facturación anual. Se suele solicitar que el volumen de facturación anual en alguno de los tres últimos años supere al importe de la licitación con IVA. ¿Cómo se demuestra esto? Pues se demuestra a través de las cuentas anuales presentadas en el Registro Mercantil, así es que, si eres una empresa, ya debes estar preocupado de estar al día en el Registro Mercantil. El criterio de solvencia no siempre es una relación 1:1 (volumen de facturación, importe de la licitación más IVA); a veces es el 70% del importe de la licitación más IVA.
- Seguro de responsabilidad social, que cubra el riesgo de ejecución del contrato.
En general, el criterio que se utiliza es el primero. Pero hay un truco: las cuentas anuales se presentan por las empresas en julio, por lo que un pliego que salga en el primer trimestre, las últimas cuentas disponibles en el registro es de hace dos años. Tened esto en cuenta a la hora de la solvencia económica, ya que lo que podéis justificar es la solvencia de que dispongáis documentalmente en el momento en el que os la soliciten.
El segundo término es el de solvencia técnica. Este criterio supone la demostración, para la administración pública, de que las empresas que tienen la capacidad técnica para ejecutar el proyecto. Esto se demuestra de varias formas:
- Experiencia: demostrando experiencia en proyectos similares. Normalmente, se solicita acreditar la experiencia a justificando trabajos similares para otras administraciones, empresas u otras organizaciones. De forma usual, se solicita acreditar trabajos por valor de un porcentaje del importe de licitación en un único año. Por ejemplo: que en uno de los tres últimos años, la empresa acredite haber realizado trabajos por al menos el 70% del importe de licitación con IVA. ¿Cómo se demuestra esto? A través de certificados de buena ejecución de trabajos realizados por parte de entidades o empresas. ¿No tenéis certificados en vuestras empresas? Debéis pedirlos cuanto antes.
- Medios técnicos. El criterio anterior es el más utilizado; no obstante, a veces se complementa (o se sustituye) por el disponer de medios técnicos (profesionales) con experiencia en los trabajos realizados o, adicionalmente, con certificaciones profesionales (por ejemplo, habilitaciones de coaching, sellos de calidad profesional, etc.)
Los temas de solvencia técnica y/o profesional son criterios sine qua non, que impiden el avanzar en el proceso de licitación. Es decir, si no se acredita la solvencia, la empresa será excluida del proceso de licitación.
Pero, ¿qué sucede si nuestra empresa/entidad no tiene solvencia suficiente? ¿No puede optar a los procedimientos de licitación? Sí que puede. Existen dos opciones.
La primera es crear una UTE o Unión Temporal de Empresas. ¿Qué es una UTE? Una UTE es una entidad mercantil que tiene personalidad jurídica propia y que puede constituirse con diferentes posibilidades (un autónomo y una empresa, dos empresas y un autónomo, etc.) La idea es que la suma de todas las solvencias individuales (técnica y/o económica) supere la solvencia requerida. Para presentarse a una licitación es preciso declarar que se va a constituir una UTE, los porcentajes de la UTE que tiene cada entidad, y quién es el administrador. No es necesario constituir una UTE (que debe ser ante notario) a menos que se gane la licitación, pero hay que indicar cuál sería la estructura de la misma y su administración.
Pongamos un ejemplo: si necesitamos aunar una solvencia de 100.000 euros, y somos un autónomo de facturación máxima de 90.000 euros; podemos optar por una empresa que facture 20.000 euros para configurar una UTE. Esto nos daría 110.000 euros de solvencia máxima. Pero esto no quiere decir que los porcentajes en la UTE deben ser proporcionales a lo que aporta cada uno. En el caso anterior, por ejemplo, se puede optar con una UTE donde el autónomo tenga el 50% y la empresa el 50%; depende de los acuerdos a que se lleguen entre ellos.
Una UTE es un tema que requiere un gasto: constituir la UTE y disolverla supone, al menos, desembolsar unos 1.500 euros de notario y registro mercantil. Al ser entidad jurídica, la UTE es responsable legalmente de los resultados de la ejecución del contrato.
La otra alternativa que ofrece la ley es la de acreditar solvencia con medios externos. Esto significa más o menos que una entidad presta solvencia a otra. Es decir, en el caso anterior el autónomo puede presentarse por sí mismo a la licitación siempre que acredite solvencia con los medios de la otra empresa, para lo cual ha de presentarse un acuerdo de complementación de solvencia. Esto proporciona una mejor ayuda a la hora de presentarse a licitaciones. Pero… ¡Ojo! Si una entidad complementa la solvencia de otra entidad (en este caso el autónomo), es legalmente responsable de la ejecución del contrato, en el caso de que la primera lo incumpla. Así es que, tengamos cuidado estas cosas.
Sólo me queda por decir una cosa: a menos que el pliego indique otra cosa, las empresas o entidades que se presenten a una licitación deben tener la solvencia cubierta antes del momento de que se publique la licitación. Por ejemplo, si una licitación indica que se debe tener una certificación ISO que una empresa no dispone, pero que va a disponer antes del plazo de presentación de ofertas, la empresa no cumple la solvencia porque esa certificación debería disponerse en el momento de la publicación del pliego. Esto es aplicable a cualquier tipo de solvencia, técnica y económica.
Espero haber resumido bien los conceptos de solvencia técnica y económica, y cómo abordarlos. En cualquier caso, abajo podéis incorporar comentarios.

Experto en programas de emprendimiento, innovación, IT y desarrollo rural. Enamorado de las pequeñas cosas, de los proyectos simples, de las personas con alma.