La mujer del César, o haz las cosas bien

En los últimos tiempos he colaborado con varias consultoras en la presentación de ofertas a procesos de licitación. En algunas de ellas se optaba a proyectos que dependían de subvenciones.

Normalmente, lo que sucede es que los técnicos de las entidades que presentan las subvenciones realizan el proyecto técnico al optar a tal subvención. Pero en otras ocaciones, son las empresas consultoras las que elaboran proyectos y presentan a las entidades, con el objetivo de que, en el caso de que se conceda la subvención, ejecuten el proyecto.

Para que esto suceda, si la subvención supera el umbral de contrato menor, hay que sacarlo a licitación. Y el compromiso (no escrito) de las entidades es acomodar los pliegos (tanto en la pliego técnico como en los criterios de valoración) a las características de la consultora para dirigir, por así decirlo el pliego.

El problema que me he encontrado es que, como dice el refrán, hay que seguir el refrán ese de la mujer del César, en términos de parecerlo. Así, cuando se hacen los pliegos, debes hacerlo bien desde el primer momento, y cuando realizas el proceso de contratación, inicias el expediente y convocas a la mesa primera, tiene que está todo claro y bien hecho.

Yo entiendo, y a veces soy una defensora de esto, que la consultora proporcione ideas a cambio de algo, ya que se ha currado el proyecto. Pero también entiendo que, si hay una licitación y no está bien dirigido el pliego, te puedas presentar y estás, por tanto, en igualdad de condiciones. Es muy fácil leer el pliego y entender cuando está dirigido.

Por lo tanto, errores como cambiar las criterios de valoración para añadir, por ejemplo, cualificaciones o formaciones profesionales que se te han olvidado; o errores como el anular un pliego y volverlo a sacar con nuevos criterios de valoración por unos de difícil cumplimiento, no sólo son imperdonables; dan idea de una baja pericia y falta de profesionalidad, así como descubre las cartas de que el proceso está dirigido.

Por ello, cuando esto sucede el cabreo es doble, especialmente por el tiempo que has dedicado a preparar una memoria técnica ganadora, definir los precios y buscar los certificados.

Seamos serios, pues.

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